El pequeño Berny (el travieso)
Berny el travieso
"¡Berny, cuidado!", gritó doña Marta a su hijo de nueve años mientras él jugaba en la calle. El niño se volvió hacia ella y sonrió, pero continuó jugando sin prestarle demasiada atención.
Mientras tanto, doña Camila, una anciana amable que vivía en la casa de al lado, estaba caminando por la acera. De repente, Berny corrió hacia ella sin verla y casi la golpea.
Doña Marta corrió hacia ellos, temiendo lo peor. Al ver a su hijo tan cerca de lastimar a doña Camila, se enojó con él y comenzó a reprenderlo.
Pero lo que no esperaba fue que don Molina, un hombre gruñón que siempre estaba enojado, también se enfureciera. "¡Alto ahí!", gritó, dirigiéndose a Berny. "¡Es tuyo, Berny!", respondió doña Marta, sorprendida por la reacción de don Molina.
El hombre se acercó a ellos y comenzó a discutir con doña Marta, acusándola de no cuidar a su hijo. La pobre mujer se defendió lo mejor que pudo, pero don Molina no la escuchaba.
Mientras tanto, doña Camila se había recuperado del susto y se acercó a ellos. "No te preocupes, doña Marta", dijo con una sonrisa. "No pasa nada. De hecho, he estado pensando en invitar a Berny a jugar conmigo en mi jardín".
Su comentario hizo que la discusión entre doña Marta y don Molina se detuviera. "¿De verdad, doña Camila?", preguntó doña Marta, sorprendida. "Sí, querida", respondió la anciana. "Tengo algunos juguetes antiguos que creo que él disfrutaría".
Berny estaba molesto con don Molina por su reacción, así que decidió llamar a su amigo Brad para que lo acompañara a jugar. Sin que doña Marta lo supiera, Berny tenía un plan en mente.
Cuando llegó Brad, Berny le dijo que quería jugar en el patio trasero de don Molina porque allí había mucho espacio. Sin sospechar nada, Brad aceptó y los dos amigos se dirigieron al patio trasero.
Una vez allí, Berny le mostró a Brad una pelota sucia que había estado guardando. "Vamos a jugar con esto", dijo, "pero ten cuidado de no lastimar a nadie". Los dos amigos empezaron a jugar con la pelota en el patio trasero, pero en realidad, Berny estaba dirigiendo la pelota hacia la ropa que don Molina tenía tendida en el tendedero.
Al ver que la pelota se acercaba a la ropa, Brad se sorprendió. "¿Qué estás haciendo, Berny?", preguntó. "No te preocupes", respondió Berny, "esto es solo un poco de diversión para don Molina".
Pero cuando la pelota golpeó la ropa de don Molina, la ropa se ensució y se volvió aún más sucia cada vez que la golpeaban. Los dos amigos se rieron y continuaron jugando, pero esta vez, Brad se dio cuenta de lo que estaba pasando y se sintió mal.
Cuando terminaron de jugar, los amigos se fueron a casa de Berny para jugar más. Mientras tanto, doña Marta vio la ropa de don Molina en el tendedero y se sorprendió al verla sucia.
Cuando llegó a la casa de al lado, doña Marta encontró a don Molina en el patio trasero. "Hola, don Molina", dijo. "¿Podría hablar con usted un momento?".
Don Molina la miró con curiosidad. "Sí, ¿qué pasa?". "Hay algo en su ropa en el tendedero", respondió doña Marta. "¿Qué?", preguntó don Molina, sorprendido.
Doña Marta le mostró la ropa sucia. Don Molina se puso furioso y comenzó a señalar a Berny como el responsable.
"¡Es su hijo quien lo hizo!", gritó. "¡No me extraña nada de este niño!".
Doña Marta se sintió defraudada y un poco asustada por la reacción de don Molina. "Berny no es como usted cree", dijo, intentando defenderlo.
Entonces llamó a Berny y lo llamó delante de ellos. "¿Berny?", preguntó. "¿Sabes qué pasó con la ropa de don Molina en el tendedero?".
Berny se quedó callado y negó con la cabeza. "No sé, mamá", dijo.
Doña Marta y don Molina seguían discutiendo cuando llegó el profesor Pérez Sabino, que venía de la escuela. Al verlos discutir, se acercó y preguntó qué había pasado.
"¡Mire lo que ha hecho ese niño!", gritó don Molina, señalando a Berny. "¡Es un niño travieso y desconsiderado!".
Doña Marta se defendió de la acusación de don Molina. "No es así, profesor Pérez", dijo. "Berny es un niño bueno, pero a veces se mete en problemas".
El profesor Pérez Sabino se acercó a Berny y le dio una palmada en la espalda. "No te preocupes, Berny", dijo. "Sabes que siempre puedes contar conmigo".
Entonces miró a don Molina y dijo: "Por favor, déjenlo en paz. Berny es solo un niño pequeño. No tiene por qué ser tan duro con él".
Berny siguió creciendo y haciendo travesuras, como un niño cualquier de su edad. Sin embargo, sus vecinos lo apoyaban y apreciaban mucho.
Don Molina, por otro lado, seguía siendo el mismo hombre gruñón y poco amigable para ellos. A medida que pasaban los días, la gente empezó a verlo como un viejo gruñón que siempre estaba dispuesto a enfrentarse a cualquier problema.
La historia termina con Berny convertido en un adulto responsable y considerado con los demás, según su madre y comunidad. Sin embargo, un día, mientras estaba en una discoteca, se emborrachó y tuvo una discusión con otro sujeto. Al salir de la discoteca, Berny lo esperó y, cuando llegó, le dio con una barra metálica en la cabeza, pensando que nadie se daría cuenta, y se fué.
Berny fue arrestado y encarcelado por el incidente. Su madre, doña Marta, se lamentaba profundamente por lo que había sucedido. Ella nunca había imaginado que su hijo se volvería violento y terminaría en la cárcel.
Mientras tanto, don Molina había muerto tiempo atrás. Sin embargo, con este incidente, muchos en el barrio comenzaron a recordarlo.