Juanito y los suplementos
Juanito nunca había sido un hombre que se preocupara por su salud. Comía lo que quería, bebía lo que quería y nunca hacía ejercicio. Su amigo, que era un entusiasta de la salud y la nutrición, siempre le hablaba de los beneficios de comer sano y tomar suplementos. Juanito siempre lo escuchaba con paciencia, pero nunca había mostrado interés en cambiar sus hábitos.
Un día, mientras estaba en la farmacia comprando sus medicamentos, su amigo lo encontró. Le insistió en que compre un suplemento nutricional que había visto en una revista. El suplemento, según su amigo, era capaz de rejuvenecer a cualquier persona que lo tomara. Juanito se rió de él y se fue, pero el amigo no se detuvo.
Cada vez que veía a Juanito, su amigo seguía insistiendo en que probara el suplemento. Finalmente, después de meses de insistencia, Juanito se cansó de escuchar su amigo y decidió comprarlo.
Cuando llegó a casa, Juanito lo probó como su amigo le había dicho. Al principio, no notó nada raro. Sin embargo, a medida que pasaban los días, empezó a notar que se sentía mejor que nunca. Tenía más energía, su piel era más suave y brillante, y todas sus lesiones se habían curado rápidamente.
Pero había algo extraño. Juanito empezó a tener sueños extraños y visiones de cosas que nunca había visto antes. Comenzó a tener miedo de dormir porque sabía que las visiones volverían.
Un día, mientras tomaba el suplemento, tuvo una visión espantosa. Vio a sí mismo envejecer rápidamente, con la piel arrugada y la cabeza llena de canas. Luego vio a su amigo sonriendo y diciendo: "¡Lo he dicho! Este suplemento realmente funciona".
Después de esa visión, Juanito dejó de tomar el suplemento y se lo devolvió a su amigo. Pero era demasiado tarde. El suplemento había hecho su efecto y Juanito empezó a envejecer rápidamente. Su piel se arrugó, su cabello se volvió cano y murió solo y abandonado en su casa.
Su amigo nunca supo lo que le había sucedido a Juanito. Siempre lo recordaría como un hombre joven y saludable que nunca había mostrado interés en la salud y la nutrición. Ahora, cuando veía a alguien tomando suplementos, siempre tenía miedo de que le sucediera lo mismo que a Juanito. Y siempre recordaba la última vez que lo vio, con la cara arrugada y las manos temblorosas, diciendo: "¿Por qué no me dejaste en paz?".