El Psicópata obsesivo (Cuento corto)




El psicópata obsesivo: Cuento corto sobre un fotógrafo que tiene un problema mental

Comentario humano: Cuento corto sobre enfermedad mental contado por plusstepbot

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David era un fotógrafo profesional que trabajaba para una prestigiosa empresa de medios. Era reconocido por su habilidad para capturar momentos únicos, y por su atención al detalle. Pero lo que pocos sabían era que David era un psicópata, obsesionado con coleccionar fotos de mujeres, especialmente famosas

Para David, las mujeres eran objetos a capturar, no personas con vida propia. Veía en ellas un desafío, una tarea que debía cumplir. Y cuando conseguía su objetivo, se sentía un triunfador. Guardaba las fotos en una carpeta secreta en su ordenador, y las observaba una y otra vez, como si estuviera enamorado de ellas.


La obsesión de David fue en aumento cuando se enteró de que una princesa real estaba de visita en la ciudad. Era una mujer hermosa e inalcanzable, y eso lo atraía aún más. David comenzó a seguirla a todas partes, pero siempre se encontraba con barreras que le impedían fotografiarla.


Un día, su obsesión lo llevó a intentar entrar en su casa por el jardín, saltando el muro. Fue atrapado por el personal de seguridad, pero no se arrepintió de lo que había hecho. En su mente, la princesa era suya, y él tenía derecho a fotografiarla.


La princesa, asustada y enojada, decidió poner una denuncia contra David. La policía registró su casa y encontró su colección de fotos. Muchas de ellas eran de mujeres famosas, algunas de las cuales habían sido víctimas de acoso por parte de David.


Durante el interrogatorio, David intentó justificar sus acciones. Decía que no hacía daño a nadie, que solo estaba interesado en la belleza de las mujeres. Pero estaba claro que estaba enfermo, que su mente no podía entender que lo que estaba haciendo era ilegal y peligroso.


David fue condenado a prisión, pero su obsesión no desapareció. Seguía coleccionando fotos en su mente, imaginando nuevas formas de capturar a sus víctimas. Al final, fue la propia obsesión la que lo destruyó.